
Pero antes de seguir comentando el artículo, es importante aclarar que un puro tiene una vida con etapas evolutivas e involutivas. Cuando está recién hecho, a veces necesita madurar o ensamblarse bien, hacerse menos rústico, menos potente; cuanto más joven sea un puro será más potente, menos complejo, y quizá más rústico o incluso tosco. Cuanto más añejo, más complejo en aromas y sabores, más delicado, menos potente, más suave y quizá sedoso. Y esto en parte debido a que las impurezas del tabaco se minimizan con el tiempo. Pero llegará el momento en que el tabaco ya no tenga sabor ni aroma, entonces el puro habrá muerto.
¿Y Cuándo sucederá esto?
Bueno, eso es algo que se puede predecir según la marca y la vitola, así como por medio de una cata evaluativa, pero que solo se sabrá con seguridad mediante un seguimiento periódico de una misma categoría de puro de un mismo lote de producción. El solo hecho de cambiar de año de producción nos dará resultados distintos.
El fabricante Habanos S.A., por ejemplo, nos asegura un tiempo de vida de 15 años para sus habanos, lo que no quiere decir que después ya no servirán, sino que entrarán en una etapa en la que todo puede suceder, es decir, podrá seguir evolucionando favorablemente o podrá empezar una involución. Algunos puros ya salen al mercado con una calidad perfecta para ser consumidos de inmediato, otros será mejor esperar algunos meses o años.
Pero volviendo al artículo y la cata en La Habana, curiosamente, Suckling, hace mención que esta cata fue propiciada por un amigo suyo, Alex Iapichino, alguien que yo conocí en el simposio del

La cata, según cuenta Suckling, empezó por la vitola de 10 años atrás, la cual, según él mismo, comenzó bien, sabroso y complejo, pero que rápidamente cambió hacia notas agresivas, amargas y ácidas.
En su evaluación, puso que lo aceptaría como un regalo sólo dependiendo de quién se lo dé, pues realmente lo consideraba un habano bastante convencional, bueno, pero nada excepcional (lo puntuó con 82).
Es interesante la parte donde relata que pese a su exposición, un especialista del gobierno cubano se desgañitó explicando las bondades del habano e incluso dijo que iba a mejorar en los próximos 10 años. Esto último, algo inverosímil para Suckling, ya que, además de las características que tenía el habano, improbable que mejoren, el año de producción del habano era 1999, año que como sabemos se encuentra en el periodo de decaimiento de la calidad de los puros cubanos: entre 1996 y el 2002.
Es curioso también que el gerente de control de calidad de la fábrica diga que el habano difería de los estándares de la marca y que luego se supiera (viendo el código de producción) que este lote fue producido en una provincia y no en La Habana.
Es importante anotar que la calidad de los puros, depende de la calidad del añejamiento, recomendando una humedad de 65 a 72% y una temperatura de 16.5 o menos grados centígrados.
Concluye con una reflexión y disyuntiva respecto al añejamiento, dejando en claro que la calidad de los puros actuales es muy superior a la de años atrás y que por ello piensa que en la mayoría de los casos los buenos puros actuales se encuentran listos para fumar.
Para corroborar lo dicho, la nota de cata del Partagás 8-9-8 año 1999, tuvo calificativos de cremosidad y buen balance, así como notas amables de especias y capuchino, calificado por él con 91 puntos. La mayoría de cubanos presentes en la cata prefirió no fumarlo y salir de la cata con el puro en el bolsillo. Tal vez, dice Suckling, “no necesitaron fumarlo para notar la obvia diferencia”.